El fantasma de Canterville "Expedición a la verdad"
“El instante de rapto y de libertad naciente, cuando se
cierra detrás de nosotros la puerta de la escuela, cuando se rompe la cáscara,
el habitáculo en el que nos hemos cultivado, y cuando el mundo se nos abre
libremente, ¿No es acaso ese instante el más feliz de nuestra vida, o al menos
el más cargado de emocionante expectativa”.
Querer ser
libre, escapar, transformarse, desvestirse, y lanzar todo aquello que nos ata,
sin importar el qué dirán. Librarse de la oscuridad, de un mundo que agobia y
lastima.
Depositarse
por un momento, sólo en el verdadero silencio; aquel en el que miles de
sensaciones vacías sordas, sólo perduran en los gestos.
Suaves
movimientos, débiles pasos y una cabeza que gira repentinamente son testimonio del ruido, del “sordo ruido”, que sólo nosotros oímos.
Querer
escapar de esa realidad, es como depositarse en un oscuro túnel, y emprender
lentamente mortecinos pasos hacia esa pequeña luz que nos parece apreciar a lo
lejos, aunque no estemos seguros de alcanzarla.
Liberarse es
el camino, el camino en que nos desatamos de aquellas tantas cosas que ven, y
asumen que son, sin saberlo, aunque “lo esencial es invisible a los ojos”.
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